La educación es una de las actividades humanas más trascendentes y constructivas de la sociedad. Con acciones específicas un grupo de personas puede adquirir conocimiento, transformar el conocimiento ya apropiado, e incluso generar nuevo. Por medio de la educación es posible moldear desde el saber, hasta el actuar de un grupo. En este sentido la educación es el alma del progreso de la humanidad.

Como una de las actividades humanas más trascendentes, la educación no esta limitada solo a un grupo de personas, de una edad específica, o de un estrato social o cultural particular, la educación nos involucra a todos. Por lo tanto, las actividades educativas con toda su diversidad de herramientas, escenarios y contextos deben de permear a cada acción de nuestra conducta. Educar no implica solo la enseñanza escolar, educar implica un intercambio constante de ideas, emociones y saberes. En este sentido la educación está en nuestra vida diaria gracias a un binomio esencial: el facilitador – aprendiz, y lo más maravilloso de este proceso es que las posiciones son plenamente intercambiables, todos en un momento dado podemos ser aprendices o facilitadores.
Cuando hablamos de la educación no solo se trata del objeto a conocer, sino de todo el universo que rodean a esta actividad y que son de suma importancia para alcanzar su éxito. Podemos considerar algunos factores individuales como la inteligencia, la motivación y la naturaleza de lo que se quiere aprender. Sin embargo, también hay factores externos que influyen como el nivel socioeconómico, el compromiso de los padres, en el caso de los menores de edad, y la calidad de los facilitadores. Desde hace varios años los expertos en estas disciplinas dieron cuenta de que, en términos de educación, no todo corresponde al binomio facilitador – aprendiz.
Existen factores biológicos extremadamente importantes que no se les ha considerado con el peso que corresponde. Dos de ellos son el sueño y el cronotipo individual. El cronotipo corresponde en términos generales al desempeño físico, emocional y mental de una persona a lo largo del día. Esta área de estudio ha determinado cuáles son las horas del día más favorables para realizar actividades de aprendizaje y cuáles las menos favorables. Dentro del cronotipo también se considera una de las actividades de mayor importancia de los humanos que es el dormir. En este sentido, el cronotipo da cuenta de las horas en las que una persona debe dormir, despertar y mantenerse activo. Las respuestas del cuerpo de acuerdo a la hora del día son controladas por lo que se conoce como relojes circadianos internos, que son una serie de estructuras de nuestro cerebro que van marcando la actividad de determinadas células o sistemas acorde con los ciclos de luz y oscuridad.
Relacionando estos aspectos hay que poner atención a las horas del día que se destinan para aprender, ya que no es lo mismo para una persona en particular realizar esta actividad por la mañana, que por la tarde. Tampoco es igual con respecto a las horas de sueño. Cada persona tiene de manera “natural” una hora para dormir y despertar. Los expertos han establecido que un individuo que despierta a la hora “natural para él” y que duerme las horas que su cuerpo le demanda, obtendrá un mejor rendimiento físico, mental, emocional y por ende, un mejor aprendizaje.
A pesar de que los expertos han estudiado este tema con profundidad y se ha demostrado la magnitud del beneficio que se podría obtener solo con adecuar las horas de aprendizaje y de sueño, las políticas laborales y educativas no lo han considerado desde el nivel preescolar hasta el profesional. Sin embargo, lo importante es la acción individual, busquemos los mejores horarios y condiciones para realizar nuestro aprendizaje y descansemos a las horas que nuestro cuerpo lo solicita. Esto no es un buen deseo, es una parte básica de la higiene para mantener nuestra salud y obtener el máximo beneficio de cuando de aprendizaje y educación se trata.
Está claro que en la vida contemporánea y principalmente durante la época de pandemia, considerar estas “sutilezas” para aprender, es algo difícil, sin embargo, hay que conocerlas para sacar el mejor partido de las condiciones adversas a las que en ocasiones se enfrentan los estudiantes. Cualquier información que ayude a un mejor rendimiento escolar, a un mejor desempeño de aprendizaje, es de gran valor tanto para chicos como grandes. La educación y el aprendizaje debe de ser algo placentero, productivo y permanente, no un problema a sortear en una etapa de la vida.
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