En México, el pasado 19 de noviembre se inició el camino hacia la regulación legal del uso del cannabis. En este sentido el país se integra a las dieciséis naciones donde ya se ha establecido algún tipo de regulación legal. Existe una abundante discusión mundial y controvertida sobre las ventajas y desventajas de contar con un marco legal en torno al cannabis, sin embargo, la realidad de su consumo se impone. Contar con un marco regulatorio podría proteger a sectores sociales vulnerables, incentivar la industria y producir un impacto fiscal positivo. En el caso de México se pretende crear el Instituto Mexicano para la Regulación y Control del Cannabis como un órgano desconcentrado, aunque aún no se han establecido a detalle cuáles serán sus funciones.

NOVIEMBRE 23, 2020
Pero más allá de las ventajas o desventajas de la nueva regulación, existen aspectos de suma importancia en torno a la salud. Aún existe una gran materia pendiente con respecto al consumo de sustancias lícitas como el alcohol y el tabaco. Indudablemente estas sustancias se caracterizan por su potencial adictivo, por sus repercusiones negativas en la salud y por un impacto social de trascendencia.
No se trata exclusivamente de un tema de libertades, se trata de un tema de salud y bienestar social. Las estadísticas mundiales son incontrovertibles. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el tabaco mata hasta a la mitad de las personas que lo consumen. Cada año, más de 8 millones de personas fallecen a causa del tabaco. Más de 7 millones de estas defunciones se deben al consumo directo de tabaco y alrededor de 1,2 millones son consecuencia de la exposición de no fumadores al humo ajeno. Más del 80% de los 1300 millones de consumidores de tabaco que hay en el mundo viven en países de ingresos medianos o bajos.
Con respecto al alcohol, más de 3 millones de personas mueren al año, en su mayoría hombres, lo que representa 1 de cada 20 muertes. De todas las muertes atribuibles al alcohol, el 28% se debieron a lesiones, como las causadas por accidentes de tránsito, autolesiones y violencia interpersonal; el 21% a trastornos digestivos; el 19% a enfermedades cardiovasculares, y el resto a enfermedades infecciosas, cánceres, trastornos mentales y otras afecciones. Se estima que en el mundo hay 237 millones de hombres y 46 millones de mujeres que padecen trastornos por consumo de alcohol.
La Organización Mundial de la Salud, aún no cuenta con estadísticas oficiales sobre el daño o número de muertes que produce el consumo de cannabis, por lo que indudablemente esta es una de las primeras tareas por realizar. Se requiere de conocimientos técnicos especializados acerca de los nuevos desafíos sanitarios que se enfrentarán con la regulación del cannabis. Es prioritario prevenir los daños causados por su consumo y el impacto que ocasiona a nivel social. Existe un gran riesgo en la población de niños y adolescentes que inician su consumo antes de los 11 años, por lo que indudablemente se convierte en una población altamente vulnerable. Por otro lado, en los últimos años se ha visto un incremento de casos de personas con trastornos psicóticos inducidos por sustancias, muchos de ellos relacionados al consumo de cannabis, además del aumento de otros trastornos mentales, tales como el síndrome amotivacional, trastornos de pánico y episodios afectivos. Lo anterior repercute negativamente en la calidad de vida, en el desarrollo social y familiar, así como en la educación y el trabajo.
Los centros especializados en medicina psiquiátrica son los directamente encargados del cuidado y tratamiento de los efectos adictivos del alcohol, tabaco y cannabis. Sin embargo, en estos términos México enfrenta un nuevo reto. De las especialidades médicas, la psiquiatría es la que principalmente cuenta con un rezago histórico en la formación de recursos humanos, centros de atención general y para la atención de adicciones. La distribución nacional de los médicos psiquiatras que brindan atención a la salud mental se concentra alrededor del 60% en las tres mayores ciudades de México; y se calcula que el país cuenta con una tasa de 3.68 psiquiatras por cada 100 000 habitantes (casi seis mil médicos en todo el país), comparando con otros sistemas de salud como el alemán donde existen más de 15 psiquiatras por cada 100 000 habitantes o en Países Bajos donde se cuenta con 20 médicos psiquiatras por cada 100 000 habitantes. En conclusión, la regulación del cannabis debería ser el punto de partida para una regulación integral de la atención para las adicciones, fortalecer los centros de atención psiquiátrica del país e incrementar sustancialmente la base de médicos especialistas dedicados a su atención médica y psiquiátrica. No hay ley que proteja a la población, si una parte de su estructura se encuentra trunca como en este caso la atención a la salud mental. Es prioritario fortalecer integralmente a la sociedad para su completo progreso y desarrollo, empezando por el cuidado de los menores y previniendo daños innecesarios en el resto de la población.
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