Cada día cuando despertamos lo primero que podemos percibir es con cuánta energía y motivación nos sentimos. Algunos días estamos motivados o con mucha energía y otros simplemente no contamos con los ánimos y la fuerza para hacer algo. Y no siempre se trata de sentirnos con la energía física suficiente, sino de encontrar “las fuerzas” mentales para sobrellevar nuestras obligaciones.
Durante la pandemia del COVID19 ha sido frecuente que a pesar de estar en casa guardando la cuarentena, nos despertamos con una falta de ánimos para realizar nuestra rutina del día. No obstante, a pesar de eso, sacamos “fuerzas” en contra de lo que nuestra mente y cuerpo nos dictan. Este es un fenómeno bastante común que todos conocemos, y es gracias a esa “fuerza de voluntad” que podemos salir adelante en un mal día. Los expertos han estudiado este fenómeno y le han denominado: “el control de sí mismo”.
Con lo anterior lo que pretendo decir es que los altibajos los vivimos todos y siempre somos capaces de sobreponernos. Sin embargo, si pasan los días y las semanas sin poder vencer esas sensaciones y dejamos de realizar nuestras tareas, nos estaríamos acercando a un posible estado de depresión que requiere ser tratado con prontitud por un médico psiquiatra. Pero regresando a la falta de ánimo, a lo largo de la vida aprendemos y desarrollamos las habilidades para modificar algunos de nuestros pensamientos, emociones, conductas que no nos son favorables. En términos coloquiales a la capacidad para vencer la adversidad le denominamos “fuerza de voluntad”. Un punto relevante es que esta fuerza no es algo con lo que se nace, es una habilidad que vamos desarrollando gracias a la experiencia. Y sin duda, mientras más experiencias negativas o adversidades hayamos superado, más fácilmente tomamos el control de nuestras ideas y acciones.
En situaciones como la pandemia podemos creer que no somos capaces de ir en contra de la adversidad y que solo nos queda ser arrastrados por la suerte, empero, por supuesto que esto no es así. Tampoco es del todo adecuado caer en el polo opuesto, creyendo que no hay obstáculos que no podamos vencer exponiéndose a riesgos mucho mayores como contraer la infección del COVID19. Está claro que todo radica en la mente y en los pensamientos de cada uno. Los estudiosos de este tema han demostrado que lo importante no es si hay o no fuerza de voluntad, lo importante es: ¿cuánta fuerza de voluntad creo tener yo? Si alguien cree que su fuerza de voluntad es inquebrantable, se verá motivado para vencer adversidades con facilidad, caso contrario cada paso será un obstáculo infranqueable.
El estar consciente de nuestras acciones y de qué tanto control tenemos sobre lo que podemos realizar o no, puede tener muchas implicaciones, desde aspectos básico como la sobrevivencia, hasta consideraciones legales. Por ejemplo, se considera que la acción de una persona está relacionada a dos procesos, la acción en sí (actus reus) y estar consciente de que se desea realizar dicha acción (mens rea). Por lo que la intención consciente es lo que determina nuestra acción voluntaria. Es decir, si una persona no realiza una acción de manera consciente, sino como producto de una alteración cerebral como en el sonambulismo, no se considera que tenga control de sus actos.
Debemos de tener claro que la fuerza de voluntad es un acto consciente del cual dependen nuestras acciones y tiene impacto en los pensamientos, ya que se generan expectativas. Si nos sentimos fuertes y motivados, crearemos expectativas positivas que seguramente alcanzaremos, caso contrario, una fuerza de voluntad baja, creará malas expectativas y tendremos más probabilidades de fallar. Estos aspectos cobran gran relevancia durante la pandemia. ¿Qué tanto puedo mantener el confinamiento? ¿Puedo mantener rigurosamente las medidas de seguridad sanitaria? O simplemente yo no puedo hacer todo eso porque no tengo fuerza de voluntad. ¡Nada más falso!, todos podemos realizar las medidas pertinentes para cuidar nuestra salud y la de los demás. Todos contamos con esa fuerza de voluntad.
Finalmente, tenemos que tomar en cuenta que por el momento nos encontramos en la fase de desconfinamiento y debemos asumir que como hasta ahora, nuestra conducta colectiva determina la salud de todos. No olvidemos que al ser responsables de nuestras propias acciones mantenemos la cohesión social gracias al cumplimiento de las normas de cooperación mutua. Una de las principales fallas ante la pandemia del COVID19 las hemos visto en sociedades donde no se siguieron las normas de sanidad y confinamiento adecuados. Nuestros niños han aprendido de esta experiencia y tal vez en unos años verán las consecuencias de esos actos. Estas fechas difíciles para la humanidad representan una gran oportunidad para educar a nuestros niños, fortalecer su autoestima, elevar su fuerza de voluntad, crear expectativas positivas de la vida y reforzar el valor de la cooperación social.
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