La pandemia del COVID-19 ha puesto de manifiesto muchos aspectos de la vida y la naturaleza humana que en condiciones “normales” nos pasan de largo. Para muchos ha permitido la reflexión sobre lo que hemos hecho de nuestra vida y nuestras sociedades. No es exagerado considerar que la pandemia es muy semejante a una guerra mundial.
El enemigo, invisible y esquivo, es un virus contra el cual aun no sabemos cómo luchar y solo nos queda resguardarnos para defendernos. En estas circunstancias no hay escapatoria, no hay poder económico o político que gracias a privilegios pueda evitar el contagio. Así hemos visto que son vulnerables de infectarse tanto gobernantes, gente de la realeza y la farándula. La pandemia ha puesto a todos en el mismo rasero: toda la especie humana es susceptible de infección.
Ante el actual panorama surge una respuesta natural y esperada, el miedo. No debemos perder de vista que para muchas especies el miedo es justamente un aliado que ha permitido su sobrevivencia. Esta emoción se produce ante cualquier estímulo que es percibido como dañino y que representa por lo tanto una amenaza. En este sentido, el miedo brinda la oportunidad de actuar como defensa ya sea mediante el escape o la lucha. Con el fin de cumplir el objetivo de conservación en el humano, nuestro cuerpo activa a los músculos, la respiración y agudiza los sentidos permitiendo cometer acciones de resguardo y protección. Nuestro cerebro es el responsable de generar la emoción del miedo y activar al resto del cuerpo. A lo largo de la vida podemos ir aprendiendo qué estímulos son amenazantes, lo que nos ayuda a responder con mayor eficiencia para exponernos en menor medida al peligro.
Con todo lo anterior podemos inferir que ante la pandemia del COVID-19 es común experimentar miedo, por lo que pueden surgir varias preguntas:
- ¿Por qué es natural sentir miedo hacia el COVID-19? Debido a que el virus es real, es desconocido para la ciencia y en efecto puede ocasionar daño.
- ¿Qué hacer con el miedo que genera la pandemia del COVID-19? Hay que enfrentarlo con información objetiva, atendiendo las medidas de prevención como el lavado de manos, la distancia social y no salir de casa.
- ¿Es normal no sentir miedo por la pandemia del COVID-19? Podría ser normal si la persona se encuentra “a salvo” en casa, realizando todas las medidas de prevención y manteniéndose informado. En cambio, si una persona se encuentra en la vía pública o sitios concurridos y no sintiera miedo frente a la situación, esto puede ser relacionado a un serio desconocimiento, mala información o negación de lo que está ocurriendo con la pandemia, por lo que el riesgo de contagio es muy muy alto.
- ¿El miedo se contagia? Sí, de manera natural todas las especies que perciben el miedo de otros suelen reaccionar con la misma emoción del miedo. Es una medida de preservación, sin embargo, eso no debe provocarnos caer en pánico y actuar de forma irracional exponiéndonos al peligro.
- ¿El miedo es lo mismo que la angustia? Sí, en términos generales, aunque se puede identificar una ligera diferencia. El miedo es la respuesta ante una amenaza directa, la angustia es la reacción ante una amenaza distante tanto en tiempo como espacio. En otras palabras, podemos tener miedo ante la pandemia y angustia por lo que pasará en el futuro con nuestra salud y nuestra vida.
- ¿El miedo puede provocar que se coman más alimentos? Sí, una forma en la que nuestro cuerpo compensa el miedo es a través del aumento del apetito por alimentos salados y ricos en grasas. En este sentido, debemos tener mucho cuidado, ya que eso puede provocar un daño potencial a la salud.
- ¿Es normal que todo me represente una amenaza? No, si ese es el caso, es necesario que se busque apoyo terapéutico en línea o vía telefónica para poder recibir apoyo con el manejo del miedo.
- El miedo que provoca la búsqueda constante y desenfrenada de información en las noticias, las publicaciones en redes sociales y opiniones diversas, ¿es normal? No, a eso los expertos le denominan un estado de hipervigilancia, no es adecuado sentir la necesidad de no dejar de informarse. Una cosa es tener información actualizada y otra muy distinta es no poder despegarse de la información provocando que esta actividad interfiera con el resto de la rutina cotidiana. Si esta situación se presentara, es necesaria la búsqueda de apoyo terapéutico en línea o vía telefónica en la comunidad, para poder con el manejo del miedo.
- Por miedo, me aíslo y no deseo hablar con nadie, ¿es adecuado? No, una forma de poder ayudar a quien siente miedo es hablar con gente de confianza y tratar de mantener conversaciones personales, positivas y que levanten el ánimo.
- ¿El miedo puede quitar el sueño? Sí, el sueño puede verse muy afectado ante estados permanentes de miedo o ansiedad, si existen problemas para dormir, es urgente buscar un apoyo psicoemocional.
Ante el miedo debemos conservar la calma y apoyarnos unos a otros. Debemos ser solidarios con los que más han sufrido y brindar palabras que puedan ayudar. También es importante contactar a un profesional de la salud mental, ya sea un médico psiquiatra o un terapeuta para recibir apoyo efectivo que permita transcurrir esta cuarentena sin consecuencias graves a la salud mental y física.
El miedo, la pandemia y las probabilidades de sobrevivencia dependen de actuar con las medidas adecuadas y con el apoyo que podamos brindarnos entre todos. Son momentos de desterrar el egoísmo, no se trata únicamente de lo que se sufre a nivel personal, se trata de lo que todos como un colectivo necesitamos para protegernos. En esta guerra mundial contra el virus impera la máxima de “unidos venceremos”. No son tiempos de lamentaciones, son tiempos de actuar. #QuédateEnCasa es la forma más valiente y fácil de ayudar.
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