Uno de los problemas de salud más importantes de la sociedad contemporánea es el estrés producto de apremio laboral, económico y social. Situaciones donde se experimentan largos períodos de tensión física y emocional, pueden llegar a un “punto de quiebre” provocando gran desgaste en el cuerpo y la mente, con serias repercusiones funcionales. Cuando una persona empieza a mostrar datos crecientes de un cansancio extremo se considera que pudiera padecer del síndrome de “burnout” o agotamiento.
Este síndrome se caracteriza por una pobre adaptación ante la fuerte demanda, generando una disminución en la productividad, debido a un bajo rendimiento físico y mental. En estas condiciones, el paciente tiende a cambiar negativamente su actitud ante el trabajo, disminuyendo su capacidad de decisión, siendo poco clara y con falta de interés o compromiso. Todo lo anterior causa un pobre cumplimiento de sus obligaciones lo que agranda la distancia entre las expectativas y los requerimientos del trabajo. Sin embargo, el desgaste o “burnout” no es exclusivos del ámbito laboral, también puede generarse ante cualquier situación en donde se perciba que las exigencias son demasiadas. El agotamiento puede darse en el contexto de las relaciones interpersonales, en situaciones de enfermedad, problemas de interacción social, estudiantes, prestadores de servicios como los profesionales de la salud, o competidores de cualquier disciplina (artistas, deportistas, etc.).
Nuestro cuerpo cuenta con mecanismos que lo ayudan a manejar el estrés, sin embargo, cuando se rebasa su capacidad de respuesta, invariablemente se terminará con un daño provocado por un exceso de su hormona mediadora llamada cortisol. Las personas sometidas al “burnout” pueden presentar síntomas físicos como migrañas intensas, hipertensión, molestias intestinales (colon o intestino irritable), fatiga, cambios en el apetito, alteraciones en el sueño y una diversidad de variaciones psicoemocionales como frustración, irritabilidad, inatención, síntomas ansiosos y depresivos. Un aspecto de gran importancia médica son las similitudes que se han observado entre el desgaste y la depresión ya que, en esta última, los afectados muestran una pérdida del placer por aspectos que antes les eran importantes, genera aislamiento social, desmoralización y una sensación de falta de logro personal.
El agotamiento o “burnout” representa una crisis de salud pública debido al impacto negativo en la salud de quien lo padece y las repercusiones directas en la productividad y el bienestar social, por lo que requiere ser considerado seriamente por autoridades, empleadores y los mismos trabajadores. La forma más simple para combatir el desgaste o “burnout”, consiste en cambiar de trabajo o de ambiente, no obstante, en muchas situaciones modificar estas condiciones representa un obstáculo que escapa de las manos de la persona que lo sufren, por lo que buscar alternativas que rompan el círculo de tensión del estrés es lo más importante. Se debe de buscar ayuda profesional para encontrar espacios de recuperación física y emocional. Se ha propuesto el empleo de técnicas de relajación como la meditación tipo “mindfulness” que ha resultado ser efectiva. También se deben de incorporar hábitos saludables como tener una buena rutina de sueño, ejercicios de respiración, activación física regular no extenuante, evitar el consumo de alcohol o sustancias ilícitas, fomentar las actividades recreativas o de esparcimiento, acorde a los gustos de cada persona, así como se recomienda muy importantemente evitar el aislamiento social.
Existen diferentes aplicaciones que pueden ayudar a meditar y reducir el “burnout” como: Headspace, Calm, Personal Zen, MindFi, Buddhify. No olvidemos que el trabajo es necesario para la realización personal, sin embargo, éste no debería ser una fuente de enfermedad. Sin salud, es difícil lograr un bienestar personal íntegro.
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