Desde la segunda mitad del siglo XX surgió la inquietud de estudiar científicamente la posibilidad de mejorar nuestras habilidades mentales como el razonamiento, la memoria y la toma de decisiones. Estas facultades nos distinguen como humanos y de lo que depende nuestra comprensión y adaptación en el mundo.

Hoy día nos vemos invadidos por una serie de propuestas, medicamentos, alimentos y prácticas denominadas ejercicios mentales, estimulación mental o gimnasia cerebral que afirman mejorar estas habilidades y fomentar la inteligencia. ¿En realidad podemos confiar en que esta abundante oferta de opciones o sólo es producto de la publicidad y del consumismo?
La corteza frontal es el sitio de nuestro cerebro, ubicada por arriba de nuestros ojos, donde reside la compleja función de nuestros pensamientos. El funcionamiento de las neuronas de esta región es lo que nos permite contar con ideas y conceptos abstractos que nos ayudan a comprender e interactuar con el mundo donde vivimos. El procesamiento de la información cerebral se basa en el intercambio de información que va de una neurona a otra, este intercambio se realiza en las sinapsis; en este sentido, mientras más sinapsis o conexiones se establecen entre las neuronas, más intercambio de información y mejor procesamiento de la misma. Un cerebro con abundantes conexiones sinápticas se traduce en una mejor velocidad de pensamiento, claridad mental y vice versa. Los expertos en el estudio de las funciones mentales han acuñado el término “reserva cognitiva”. El nivel de reserva cognitiva dependerá de toda la estimulación favorable o daños que el cerebro de una persona ha sufrido a lo largo de la vida, incluso desde el nacimiento. Esto ha sido importante para predecir cómo distintas enfermedades, condiciones o sustancias pueden dañar las capacidades mentales. Se ha podido establecer que mientras mayor reserva cognitiva posee una persona, sus funciones de pensamiento sufrirán menos daño a lo largo del tiempo o se retrasará la aparición del mismo. En este sentido, el concepto de reserva cognitiva fue propuesto para explicar por qué algunas personas pueden sufrir un daño cortical muy acelerado o profundo en comparación con aquellas personas que ante los mismos mecanismos no lo sufren.
Una estimulación positiva para favorecer la reserva cognitiva es aquella que involucre cualquier proceso de aprendizaje nuevo, metódico, constante y que implique un reto, como puede ser aprender un idioma, tocar un instrumento musical, o algún oficio. Por otra parte, los factores que perjudican la reserva cognitiva son los que atrofian la corteza cerebral, y se asocian con un ambiente estresante o muy empobrecido en estímulos de aprendizaje, además de otras condiciones como la desnutrición, deprivación de un buen descanso durante el sueño; situaciones médicas como la depresión, el abuso de sustancias neurotóxicas tales como alcohol, tabaco y drogas. En estudios recientes se ha comprobado que aquellas enfermedades que deterioran el aporte de sangre al cerebro influyen en la reserva cognitiva, siendo la obesidad, hipertensión, diabetes y golpes directos en la cabeza las causas principales.
Durante el proceso normal del envejecimiento, después de los 60 años empieza a disminuir la cantidad de neuronas de la corteza cerebral, provocando una disminución en la velocidad del pensamiento de manera progresiva. Sin embargo, si se presentan factores de riesgo que disminuyen la reserva cognitiva, los estragos en la esfera del pensamiento pueden ser muy serios, asociando incluso con el desarrollo de una demencia. Las personas que padecen demencia van perdiendo la capacidad de ser independientes para realizar sus actividades cotidianas. Una de las principales consecuencias es la pérdida de memoria, incapacidad para el aprendizaje, socialización y comunicación, toma de decisiones y planeación a futuro. La demencia se ha convertido en un problema de salud pública, ya que se calcula que actualmente cerca de 50 millones de personas en el mundo padecen algún tipo de demencia y cada año se acumulan 10 millones más. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la demencia es una de las principales causas de discapacidad en adultos mayores.
Por último, cuando hablamos de estimulación cognitiva se busca realizar una serie de actividades grupales con el objetivo de mejorar las habilidades y función de la mente. También existen el entrenamiento cognitivo donde por medio de una serie de prácticas, se busca estimular las funciones cognitivas. Por desgracia, múltiples estudios científicos han demostrado que una vez que se empieza a disminuir el volumen de la corteza cerebral, o que se presentan síntomas asociados a la demencia, ninguna práctica de estimulación cognitiva, ni la realización de ejercicio, o el empleo de medicamentos pueden revertir el efecto sobre las funciones que ya se han deteriorado. En este sentido, lo único que podemos hacer es fomentar la prevención desde la juventud y durante todo el proceso del envejecimiento de las personas. Como ya se mencionó, la única alternativa viable y efectiva es aumentar nuestra reserva cognitiva mediante el aprendizaje de algo nuevo que nos represente un reto intelectual, acompañado de medidas importantes como hacer ejercicio físico rutinario, dormir bien, fomentar un estilo de vida saludable y planificar en la medida de lo posible el cuidado de nuestro cuerpo para cuidar de nuestra valiosa capacidad mental.
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